#6. Una silla de ruedas, un pollito y una mudanza

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Oct 22, 2022
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Esto que te cuento es una historia real que me sucedió no hace tanto y espero que extraigas la misma moraleja que yo
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Vamos con la historia: ⤵⤵⤵


Es sábado.
Son las 10:30 de la mañana y estoy esperando en el portal de un nuevo piso. Todavía no me he mudado y no sé la sorpresa que me espera.
Los inquilinos anteriores han dejado algún mueble. Un sofá, una mesa de comedor con sus sillas, un colchón y dos mesitas.
Ahora no quiero esos muebles pero sé que me servirán en un futuro próximo así que, como no quiero desaprovecharlos, hace un par de días decidí que los dejaría en un guardamuebles y acto seguido caí en la cuenta de que no tenía cómo llevarlos. Mirando cómo hacerlo, una opción era alquilar una furgoneta y moverlo yo mismo. Pero entonces, entré en una aplicación del móvil y vi algo que decía:
Portes baratos.
Accedí al anunció y hablé con quien lo había publicado. Acordamos que llevaría la lista de muebles de un lado al otro por 45€.
Claro. Echando cuentas… alquilar la furgo, la gasolina, mi tiempo y las cervezas a las que tendría que invitar al amigo que me ayudara… ya suman más que eso. Y puedo gastarme lo de las cervezas igualmente.
Lo vi claro.
Porte.
¿Cuándo? El sábado por la mañana.
Así que aquí estoy. En el portal esperando a los porteadores.
Veo llegar la furgoneta.
Es grande. Creo que con un poco de ingenio cabrá todo.
Aparcan la furgo.
Del lado del piloto se baja el conductor. Un tipo joven bastante delgado. Alto y con el pelo teñido de rubio pollito.
No juzgo. Cada uno con su estilismo. No hay código de vestimenta para hacer portes.
A continuación me sorprendo porque, del mismo lado, del lado del piloto, sale otro joven. Este más joven que el anterior. Supongo que la puerta del copiloto está rota.
Pero no.
De repente se abre la puerta del copiloto.
Bueno, todo normal. Es una furgoneta grande, de las de tres plazas delante. Así que el del medio habrá decidido salir por el lado izquierdo.
La puerta está abierta pero no sale nadie.
El joven pollito abre el portón trasero y saca una silla de ruedas.
Joder, me van a dar una paliza - Pienso.
Pero todavía no.
Acercan la silla de ruedas al lado del copiloto. Y de ahí sale el tercero. A pulso se agarra en la puerta y en el marco y ¡flip! salta a la silla.
No juzges todavía. No lo entiendes. Pero no juzgues - Me digo a mí mismo
Este último tipo resulta ser algo mayor. No mucho más. Pero lo suficiente como para que se note en su piel. Eso y su tabaquismo. Va sentado en la silla. Los brazos los mueve. Las piernas no.
Su foto de whatsapp era una moto de carreras… Yo me monto mi película e imagino cómo ha llegado a esa situación pero realmente no sé el motivo de su parálisis.
Me fijo en que tiene la arruga del ceño fruncido por defecto.
- ¿Ignacio? - Me pregunta.· Sí soy yo. Es por aquí - le respondo.
El portal tiene escaleras… Así que no sé muy bien cómo lo van a hacer… Lo de la silla de ruedas digo.
No entiendo la situación. ¿A qué viene una persona en silla de ruedas a hacer un porte? - Me pregunto una y otra vez.
Él se queda fuera. Dando órdenes y fumando. “Il capo”. Menos mal. Si no tendrían que haberle porteado a él también.
Los jóvenes vienen conmigo. De camino al piso les pregunto por sus nombres. Y me contestan casi a regañadientes…
Empiezo a sentir una sensación más bien agría en el cuerpo. Qué situación más rara. ¿Querrán robarme?
La verdad que si cargan la furgo y se escapan casí que me hacen un favor. Así me deshago de trastos y me ahorro el guardamuebles. - Pienso, quitándole hierro al momento y desconocedor de lo que iba a pasar.
Empiezan a cargar todo. No parecen muy profesionales. Aunque la verdad que me da un poco igual. A uno de ellos se le ha caido parte del sofá en el pie y ahora va cojeando… Lo mismo se queda cojo. Es lo que tiene la economía sumergida.
Continúan así diez minutos. Vaciando el piso. Y cuando sólo faltaba la mesa del comedor, me dicen que ya no cabe nada más en la furgoneta.
Y me digo… j*der, que incompetentes, si es que lo barato sale caro. Estoy seguro de que cabe. Por qué no habré estado ahí con ellos organizándolo. En definitiva, asumiendo que yo era más listo que ellos. Ingenuo de mí…
Salgo, y el tipo lisiado me dice que no cabe nada más, que hagamos el viaje y que no me preocupe, que volvemos a por la mesa.
Y así hacemos.
Vamos al guardamuebles. Ellos tres en la furgo. Yo en mi coche. En mi miedo o esperanza constante de que se fuguen con todo, tomo nota de la matrícula.
Pero no. Llegamos al guardamuebles, vacían la furgo y volvemos al piso.
Esta vez el fumador no se apea de la furgoneta. ¡Gracias a Dios! Porque menudo proceso cada vez que lo hace para no aportar nada…
Mesa cargada en la furgo y reemprendemos viaje.
Una vez en el guardamuebles lo primero que hacen los delgaduchos es sacar la silla de ruedas y descargar a il capo.
A continuación sacan la mesa y la meten en el guardamuebles.
Corleone se dirige hacia mí. Entiendo que quiere cobrar.
En mi mente, como se habían portado tan bien dando dos viajes está el darles 50€ en lugar de 45€ e invitarles a una caña o refresco.
Total que saco el billete de 50€. Extendiendo la mano con el billete y con una sonrisa en la cara le digo:
· Si queréis ahora podemos…- Aquí faltan billetes - Me corta.· ¿Cómo? - Le replico- Que falta dinero.- Me insiste frunciendo cada vez más su ceño ya fruncido por defecto.· ¿Cómo que falta dinero? Eran 45€ lo que acordamos.- De eso nada. Eran 45€ por viaje.· No puede ser. Tengo la conversación en la que me dices que traerías la lista de muebles por 45€. De haberlo sabido habríamos dejado la mesa donde estaba y ya me habría apañado yo de otra forma. Me va a costar traer la mesa lo mismo que todo lo demás.
El tipo empieza a ponerse furioso. Como queriendo levantarse. Y llama a sus secuaces.
Me rodean y me insisten mucho y con un tono bastante violento en cual es el precio.
No se describir cómo me va el corazón ahora mismo. Pero siento que a través de mi boca, sólo con abrirla, se tienen que oir los latidos como una batukada.
En mi cabeza sólo busco vías de escape. Tanto físicas porque estoy rodeado como mentales, tratando de hacer que esta gente razone o incluso llegar a un acuerdo. A un punto medio. Y no tanto por la cantidad de dinero si no por lo injusto, a mi parecer, de la situación.
Además, ahora saben bien dónde vivo. Y sin ser peliculero, sus pintas y sus modales ahora me cuadran. Y estoy convencido de que si no sienten que han salido victoriosos de esta circunstancia me lo harán saber.
Así que sí.
Finalmente les doy los 40 euros restantes y decido no invitarles a ningún refresco.

Esto es una historia real. He omitido alguna parte como los insultos y comentarios desagradables que recibí o que en un momento dado puse el móvil a grabar, no sé muy bien para qué. Tengo que recuperar esas grabaciones.
Un año despues de esto hice una mudanza de verdad. Habrían ganado mucho más de lo que me robaron. Habría podido recomendarles y nos habríamos tomado un refresco o una cerveza, según preferencias.
En mi opinión tuvieron falta de visión, pero el cortoplacismo es lo que tiene.
Que tengas un buen día,
I.
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